En un ruinoso edificio de la ciudad de México, un grupo de ancianos pasa los días entre rencillas vecinales y tertulias literarias. Teo, el narrador y protagonista de esta historia, tiene setenta y ocho años y un apego enfermizo a la Teoría estética de Adorno, con la que resuelve todo tipo de problemas domésticos. Taquero jubilado, pintor frustrado con pedigrí ?hijo de otro pintor frustrado?, sus mayores preocupaciones son llevar la cuenta de las copas que toma al día para extender al máximo sus menguantes ahorros, escribir en un cuaderno algo que no es una novela y calcular las posibilidades que tiene de llevarse a la cama a Francesca ?presidenta de la asamblea de vecinos? o a Juliette ?verdulera revolucionaria?, con las que constituye un triángulo sexual de la tercera edad que «le habría erizado la barba al mismísimo Freud». La vida rutinaria del edificio se rompe con la irrupción de la juventud, encarnada en Willem ?mormón de Utah?, Mao ?maoísta clandestino? y Dorotea ?la dulce heroína cervantina, nieta de Juliette?, en un crescendo de absurdos que arriba a un clímax para mojarse los pantalones. Concebida bajo el dictado de Adorno, que afirma que «el arte avanzado escribe la comedia de lo trágico», entrelazando fragmentos del pasado y del presente, esta novela recorre el arte y la política del México de los últimos ochenta años, marcados en la historia familiar por la sucesión de perros de la madre del protagonista, en un intento por reivindicar a los olvidados, los malditos, los marginales, los desaparecidos y los perros callejeros. Con su tercera novela, el escritor mexicano Juan Pablo Villalobos, tras la excelente acogida, tanto en lengua española como en sus muchas traducciones, de Fiesta en la madriguera y Si viviéramos en un lugar normal, se confirma como un narrador imprescindible, con una voz personal y un sentido del humor muy singulares.
Alexander Luria es considerado el fundador de la neuropsicología. En este libro nos ofrece un cautivador retrato de la heroica lucha de un hombre por recuperar sus facultades mentales. En
1943, con 23 años, el soldado ruso Zasetski recibe una bala en la cabeza en la batalla de Smolensk.
De pronto se descubre en un mundo aterrador: recuerda su infancia, mas no su pasado reciente; la mitad de su campo de visión ha desaparecido; no puede hablar, leer ni escribir. Solo es capaz de anotar, con inconmensurable dificultad y una desesperante lentitud, recuerdos y pensamientos que le vienen al azar. Muchos días no recuerda ni escribe nada; en otros logra verter unas cuantas oraciones sobre el papel. Aun así, gracias a su increíble perseverancia y tenacidad, llenó tres mil páginas a lo largo de veinte años.
Este recuento, en el que se entremezclan las notas autobiográficas de Zasetski con los lúcidos comentarios del propio Luria sobre la estructura y funciones del cerebro, nos recuerda una lección universal que ya enseñaban Sócrates, Freud y Proust: una vida humana no es una vida hasta que esta pueda ser examinada, recordada, y uno sea capaz de apropiarse de esos recuerdos.