Las recientes investigaciones, cuyos resultados se ofrecen en este libro, nos permiten suponer que los antiguos pobladores de Teotihuacan tuvieron una calidad de vida satisfactoria, pese a que los estudios tradicionales no los consideran así. Amplias y bien construidas unidades habitacionales albergaban a familias de cinco o seis miembros; los complejos departamentales donde se hallaban les permitían la realización de actividades de culto, descanso y trabajo, y el acceso a fuentes acuíferas propició el abastecimiento de recursos suficientes para una buena nutrición. En general, las evidencias reflejan un éxito biológico en el desarrollo, crecimiento y adaptación al medio de los individuos, por lo que se puede decir que las condiciones de salud fueron buenas.
Este estudio se circunscribe a la población teotihuacana que vivió en la periferia (sector oeste) durante el periodo cultural clásico y se aborda desde la perspectiva de la antropología física y la arqueología, así como mediante el análisis biocultural como guía metodológica. Con la apuesta a que futuros estudios refuercen o refuten los resultados que aquí se presenta, queda esta obra como un aporte para los estudiosos de Teotihuacan y para aquellos interesados en las dinámicas de salud de los distintos grupos humanos a través del tiempo.