Oliver Sacks vuelve a hacer gala de su singular talento como narrador, su sentido del humor y su inmensa cultura para plantear cuestiones que ponen en entredicho nuestra percepción del mundo y, muchas veces, nuestra propia identidad. Desde las visiones religiosas y su explicación fisiológica hasta el uso de drogas psicodélicas como puerta a una percepción interior que los sentidos nos niegan, los relatos del doctor Sacks van más allá del mero historial médico y constituyen una auténtica historia cultural de la percepción, un estudio antropológico de una supuesta anormalidad que no es, en el fondo, más que el reverso de lo que normalmente conocemos como realidad. «Fascinante. La comprensión del doctor Sacks hacia sus pacientes y su perspectiva filosófica transforman simples casos clínicos en relatos que iluminan las complejidades del cerebro humano y los misterios de la mente humana» (Michiko Kakutani, New York Times).
A fines del porfiriato (1911), la ciudad de México era ya el pinto más importante de salida y terminal de los ferrocarriles mexicanos, centro mexicano, nacional mexicano, hidalgo y nordeste, inteoceanico, san Rafael a Atlixco, del desagüe del valle de México y de monte alto. También se encontraban asentados en ella los ferrocarriles cintura, circunvalación e industriales de la ciudad de México. Estas instalaciones ferroviarias poco a poco quedaron aprisionadas por nuevos núcleos de población urbana y a la par incrementaron seriamente los problemas de circulación de la capital