Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Desde pequeño muestra una gran predisposición al arte, en concreto a la música, y en 1928 se traslada a Madrid para cursar sus estudios de violín en la Escuela Superior de Música. Allí conoce al compositor y director Enrique Casal Chapí. Es en esta época cuando comienza a asistir a tertulias políticas y literarias en los cafés madrileños. Su círculo de amistades - como Benjamín Péret o Wilfredo Lam- lo acercarán a la órbita del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), en el que comenzará a militar en 1935.