Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
La novela empieza cuando el Fulgencio español, envía a su joven hijo a la Nueva España, a hacer fortuna. Ambos ingenuos e ignorantes, pero muy orgullosos. Esta parte de la novela tiene elementos picarescos, en medida en que el joven andaluz se enfrenta a algunas vicisitudes, que se inician desde la travesía misma. La fortuna parece estar de su parte, pues siempre logra sacar provecho de su situación, y cuando no lo logra al menos lo intenta. Ya en la Nueva España se coloca en la tienda de un paisano y despues de un tiempo, literalmente "asciende" de dormir debajo del mostrador, a hacerlo "sobre" el mismo. También consigue colocarse al testamento del viejo Pascasio José Aguirrevengurren, sin mayores crueldades el narrador describe el modesto vivir y honrado negociar de este par de comerciantes.
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