El mal del ímpetu es una breve pero extraordinaria narración del escritor ruso Iván Goncharov, conocido sobre todo por Oblómov, extensa novela que narra las vicisitudes de un hombre aquejado por la inactividad, y cuya supuesta condición superflua adquiere unas características tan abismales que se vuelve algo mucho más denso, reflejo de una inactividad metafísica, o mejor dicho ontológica, en la que esa condición --nada dulce por cierto-- se asume condición del ser. El mal del ímpetu es en cierta forma su contraparte: la enfermedad de la actividad, la necesidad de estar haciendo cosas como un vértigo que lleva a los protagonistas, sin que se den cuenta, a un infierno sin sentido. Al igual que a Oblómov, sus contemporáneos consideraron el texto un sátira de la aristocracia rusa, pero ahora, a siglo y medio de distancia, su condición satírica ha sido dejada atrás para revelar un narrador a la altura de los grandes escritores rusos del XIX, con una visión excepcional de los conflictos anímicos, misma que se refleja plenamente en la traducción por primera vez al español de Selma Ancira.