Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Vicente Rojo y Arnoldo Krause saben de libros los leen, por supuesto, pero también los frecuentan desde la órbita de sus especialidades: las artes platicas, el diseño editorial, la medicina, la bioética. Esta sociedad con los libros los devuelve también a su condición primigenia de objetos, de materia que pesa, huele y es grata al contacto (el artista y el médico son magos del tacto). La mirada de ambos personajes (penetrante, clínica) reconoce en el libro la sencilla etimología del vocablo. "artefacto": hecho con arte. De ese reconocimiento nace esta Apología del libro, un elogio amoroso que no descarta las transformaciones tecnológicas pero que tampoco carece de nostalgia por las bondades de la tinta.