Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Pocos escritores han suscitado la admiración de otros escritores como Sir Thomas Browne. Samuel Johnson, al que, se sabe, llamaban el Doctor, no se privó del placer de escribir acerca de él Charles Lamb se disputaba con Samuel Taylor Coleridge el mérito de haber sido el primero entre los modernos en haberlo descubierto William Hazlitt aludía a él con frecuencia Thomas de Quincey lo consideraba una de las más grandes voces de la retórica Valery Larbaud no dejó de ceder a la tentación de traducirlo era una de las supersticiones de Borges fue una de las recurrencias y acaso el origen de la peregrinación inglesa de W. G. Sebald, y Roberto Calasso lo identifica con uno de los creadores de ese género vago e irregular por naturaleza que es el ensayo. En El Jardín de Ciro convergen muchos de los rasgos que conforman esa admiración erudición peculiar, teología médica, fascinación por las minucias de la antigüedad y una escritura original llena de obsesiones que no necesita justificación alguna.