Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
En el siglo XIX nadie sospechaba que reptiles gigantes poblaron la Tierra durante millones de años, antes de que aparecieran los primeros homínidos. Por eso, cuando comenzaron a descubrir huesos enormes y dientes de tamaño terrorífico, los sabios hicieron todo por acomodar los nuevos datos a sus antiguas concepciones. Los chinos pensaron que eran dragones, los ingleses que eran los monstruos míticos de la Biblia. Poco a poco las evidencias se impusieron: en la Tierra existió una "era de reptiles" a los que se le dio el nombre de "dinosaurios". "Todo comienza en el siglo XIX, cuando unos científicos ingleses se interesan en un diente de tamaño poco común."