En 1797 aaprecio en Holanda La nueva Justine o las desgracias de la virtud, seguida de la historia de Juliette, su hermana, Escrita por Donatien Alphonse Frocoise de Sade, esta monumental obra horrorizo al mundo como ninguna otra historia de la literatrura.
La puerta del consultorio de la izquierda se abre y aparece un médico delgado, de cuello largo, manos de pianista y pelo entrecano. La bata blanca le cuelga en amplios pliegues sobre el cuerpo de líneas alargadas, como una figura de El Greco. Lo miro con hostilidad. Siento la desconfianza que me despiertan los de su profesión. Los que ya no recetan por teléfono ni van a visitar a los pacientes a la casa, los que necesitan un sinfín de exámenes de laboratorio para diagnosticar un resfriado. Los que ostentan esa autoridad que tanto me incomoda [?]
Veo a una madre en una de las bancas de afuera. Le da una ensalada de repollo a una niña parecida a mi nieta mayor. El rostro de la niña tiene una palidez que nunca antes había visto. Agradezco que el cáncer me haya dado a mí en lugar de a mi hija, o a las pequeñas, como si la adversidad tuviera una cuota previamente destinada a cada familia, como si las desgracias no pudieran sumarse hasta el infinito.