Blaise Pascal (1623-1662) hombre de su tiempo, concilió el estilo del pensamiento directo con el arte de una retorica persuasiva, que empleaba a un tiempo la paradoja, el asombro y la sorpresa. Esta caracterÃstica estarÃa presente por igual en los dos objetos de su estudio: las ciencias fÃsicas y la antropológica cristiana.
Campañas electorales abrumadas por spots abundantes pero tan breves que en ellos resulta imposible articular una idea argumentada, comentarios periodísticos que ofrecen veredictos pero no razones, silencios e imprecaciones en los más variados ámbitos, confirman el abatimiento del debate público. Sin deliberación no hay democracia. Pero a la deliberación se le arrincona y se le rehúye, tanto en los medios de comunicación como en los partidos, el Congreso y en nuestras universidades, entre otras zonas del espacio público. Deliberar implica considerar atenta y detenidamente el pro y el contra de los motivos de una decisión, antes de adoptarla. La vocación mediática por el escándalo y el estruendo, las intolerancias habituales en el quehacer político y la indolencia argumental de dirigentes y gobernantes, hacen infrecuente esa conversación abierta a las ideas de unos y otros. Pugnar por la deliberación pública es hacerlo por una democracia de ciudadanos. Ésa es, ni más ni menos, la apuesta de este libro.