Marc Slonim proporciona una admiorable introducción pqara los que se inician por los caminos de la novela, el cuento, el teato y la poesÃa rusos y un recordatorio vivificante para los viejos entusiastas de la gran riqueza de esta literatura y de sus más altos representantes.
En la obra de Ivo Quallenberg el sentido de la vida está
continuamente en juego, y el azar, cuando interviene, parece
decantar sus historias. A pesar de que los personajes buscan a
todo trance resolver su existencia, sus insalvables obsesiones
los enceguecen, a tal punto que se hunden todavía más en la
zozobra; pareciera recordarnos al más puro Constantino Kava s
cuando dice: no hay camino para ti, al arruinar tu vida en este
pequeño rincón del mundo la has arruinado en toda la tierra.
En otro ángulo está el humor del que hace uso Quallenberg, por
más trágica que sea la realidad del personaje, el tono del
narrador siempre se acerca al lector con el aliento que
proporciona la ironía, el lenguaje de la inteligencia.
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