Qué fortuna: tiene usted en sus manos un texto para el que necesitará resistencia pulmonar y emocional por la inmersión a la que arrastra su lectura. Vivir duele, pero no solamente en blanco y negro, doler y ya: note usted cómo el lenguaje de la autora va entretejiendo los matices y los, niveles, los pasajes secretos y los puentes levadizos para construir una nueva complejidad a la tragedia.