Tras la muerte repentina del padre, la familia Dashwood queda desamparada. La novela sigue los avatares de esta familia, orientando la atención especialmente hacia las peripecias de sus dos hermanas mayores, que encarnan posturas vitales diametralmente opuestas: Si Elinor representa el sentido común y la razón, Marianne actúa impulsada por el sentimiento y la emoción. Los escollos que estas dos muchachas casaderas han de salvar en sus desventuras amorosas les enseñan que quizás un virtuoso equilibrio entre ambas actitudes es la única forma de salvarse.