A mediados del siglo XIX, era el año de 1858, México enfrentaba una gran crisis: las luchas intestinas, las invasiones extranjeras y el desarrollo imposible marcaban los días de la nación. En este contexto, Juan Nepomuceno Adorno, ingeniero de una gran capacidad inventiva -, se atrevió a soñar una utopía: hacer de un país paralizado por la constante agitación política un Estado estable y prospero.En el análisis de los males de México y sus remedios practicables.Adorno explica las razones del atraso mexicano y prescribe, para superarlo, una serie de soluciones a las enfermedades que, a ciento cincuenta años de distancia, parecen a un aquejar a nuestro país.