Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
En esta obra, conocida como el Segundo Discurso ( el primero sería su Discurso sobre las ciencias y las artes), Rousseau se propone mostrar cómo el desarrollo de la civilización acaba por corromper la felicidad y la libertad natural de los seres humanos al crear desigualdades artificiales de riqueza, poder y privilegio social.En forma de relato histórico, Rousseau reescribe el mito de la caída y se remonta al hombre natural para ofrecer una explicación acerca de los problemas modernos: en los orígenes está la inocencia, la tranquilidad feliz; en el mundo que conocemos, en cambio, imperan la angustia y la negación de nuestra naturaleza. La desigualdad entre los hombres aparece no como una cualidad intrínseca del ser humano, sino que es más bien, nos dice Rousseau, resultado de la institución de la sociedad civil y la propiedad privada.La desigualdadnos lanza, pues, a una carreraincesante por las cosas, el elogio y el reconocimiento en la que nadie gana. A trescientos años de su nacimiento, Jean-Jacques Rousseau sigue siendo un pensador vigente, que nos invita a reflexionar sobre las paradojas de todo orden social.