Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Manuel Calvillo (San Luis Potosí, 1918) se graduó en derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México y comenzó a escribir poesía a los 22 años. Ha participado en varias revistas literarias, entre otras en Ábside y en Cuadernos Americanos. Junto con Alí Chumacero y Jorge González Durán trabajó en la edición de Tierra Nueva. Fue secretario del Colegio de México y miembro del Centro de Estudios Filosóficos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Actualmente dedica todo su tiempo a la Historia.Aunque breve, la obra que Calvillo nos ha legado se destaca por la excelente factura de sus poemas; su tono pulcro y vigoroso demuestra que conoce el secreto ancestral de aquellas voces que han sabido celebrar en sus versos los prodigios de la naturaleza y del sentir humano, especialmente del amoroso. La presente edición reúne por primera vez, además de poemas sueltos que fueron publicados en revistas literarias, los únicos tres poemarios escritos por Calvillo, los cuales, como apunta Tomás Calvillo Unna en la presentación, "forman ya parte de nuestra tradición poética", pues en ellos "la palabra es el dínamo, el acertijo que perdura, [que] vuelve a ser encarnación y por lo mismo poesía".Los tres títulos que conforman este volumen son: Estancia en la voz (1942), Primera vigilia terrestre (1953) y Libro del emigrante (1971).