Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
El propósito de esta edición es difundir, entre todo tipo de lectores, el cuerpo documental sobre la vida de Miguel Hidalgo y Costilla que estaba disperso en muy distintas publicaciones e incluso inédito pero, de una u otra forma, trabajador por los especialistas. La edición se ha guiado por los criterios de una fácil lectura y, a la vez, el traslado fiel y exacto de los documentos. Los textos se presentan limpios de disertaciones y explicaciones eruditas, pero con las notas indispensables que permiten superar las dificultades que plantearía una lectura sin ellas.
A través de los documentos presentados en estricto orden cronológico, el lector podrá encontrar diversas expresiones de la vida de Miguel Hidalgo y Costilla, que van desde su progenie hasta sus últimos días en manos del ejército realistas y el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Chihuahua, pasando por sus años de estudiante, académico, vicerrector, tesorero y rector del Real y Primitivo Colegio de San Nicolás Obispo de la ciudad de Valladolid. También se destacan sus facetas como propietario de ranchos, mediador para el otorgamiento de créditos y otras canonjías, sacristán, cura y juez eclesiástico en diversas parroquia del obispado de Michoacán y, desde luego, como caudillo del levantamiento independista de la Nueva España.
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