Ensayos de homenaje en el primer centenario del nacimiento del filósofo español, que abordan diversos aspectos de la obra de Ortega. Los cuatro trabajos dibujan con rigor algunos de los horizontes centrales del quehacer filosófico hispánico en el mundo actual.
El soliloquio nos suele hablar de un interior asolaado, pero estos Zooliloquios invitan a una geografía imaginada, poblada de seres extraños. En esta suerte de exilio donde los animales y las cosas son desdoblamientos del ser y la conciencia, el cuerpo sólo puede ser el objeto sensible de la soledad, su encarnación. Así nacen, habitantes de cuatro espacios que corresponden a los elementos alquímicos, las distintas criaturas que encontramos al acompañar a Silvia Eugenia Castillero en la búsqueda del propio ser. Como después de una tormenta, la sirena crece en las entrañas de la piedra; hay animales de contorno suave que acarician la vista como una brisa, al volar, mientras la mantis se mueve entre las hojas del bosque, peligrosa como las llamas; hay una mujer oscura, feroz conciencia cercana a la de una fiera, que sueña despertar a la serenidad y la unidad; hay , por último,seres de la tierra, que no pertenecen a la fantasía ni al sueño, como puerta hacia la vigilia.