Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
“La isla en el lago” no oculta su intención de crear un
vértigo narrativo que arrastre al lector y lo vincule estrechamente y para
siempre con sus páginas. Sus topos –la isla
en el lago– es sobre todo un rostro en el espejo: el de México-Tenochtitlán,
que bien puede ser el de Managua, Lima o Santiago, pues en él se reflejan los
rasgos inconfundibles del mestizaje. En
cuanto al Singapur, escenario triste y vulgar donde cada noche se congregan los
mismos ángeles caídos, es la alegoría del purgatorio donde expían su
culpabilidad los condenados al amor insaciable y sin esperanza.José Martínez Torres (ciudad de México, 1955) ha recibido
las becas Salvador Novo y del Centro Mexicano de Escritores. Es autor de dos volúmenes de cuentos: “Tributo
de quema” (1993) y “Los cristales planetarios” (inédito). “La isla en el lago” obtuvo el Premio
Nacional de Novela Breve Ciudad de Alarcón (1986), en Madrid, y el Premio
Nacional de Novela José Rubén Romero (1993), en México.