Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
En La morada en el tiempo, Esther Seligson hila un espléndido entramado de arquetipos históricos, de génesis, de divinidad y de atmósferas voluptuosas: "Y vio el mesajero cuánto se gozaban ambos, la mujer y el discípulo, uno en el otro, embriagados, sobre el lino cárdeno que ya había extendido en el suelo. Esa misma madrugada, él tomó el vestido, lo llevó al templo y cubrió la efigie de la serpiente Nejustán, la que Moisés forjara en el desierto. Y oró y vio. Cuando la estrella de la mañana se levantó, el fuego lamía ya los pies de la montaña, y las estelas, entalladuras y altares se reducían a ceniza".La morada en el tiempo es una valiente travesía entre el mundo eterno y el mundo efímero.