Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Pocas columnas hay en el periodismo cultural mexicano tan entrañables como "El Santo Oficio", de José Luis Martínez S. El autor ha hecho de ella su casa escritural a través de su álter ego o desdoblamiento intrépido, pero también subversivo: el cartujo, que no debiendo hablar, habla, o mejor: escribe. Creación literaria al fin, el cartujo es un personaje visitador de nuestro variopinto ámbito cultural.El Santo Oficio. Periodismo, literatura y cultura popular reúne parte del material publicado por José Luis Martínez S. Tratándose de textos breves, no demeritan su cortedad la sobriedad y la eficacia de síntesis del escritor. El estilo chispeante con el que construye retratos memoriosos y transmite hechos de lo que, queriéndose fugar, avizora ya su meta hacia lo mítico de nuestra cultura.[Braulio Peralta]Construidas con la naturalidad de la conversación, la autoridad moral del testigo y la curiosidad e ironía del buen lector, las estampas de periodismo, literatura y cultura popular de este autor forman uno de los registros más gozosos del acontecer cultural de México. ¿Qué encuentra el lector del cartujo, ese monje disoluto que agota la noche urbana y se empeña en lecturas dispersas y poco país? Por un lado, evocaciones de una etapa dorada del periodismo con sus figuras pintorescas y ejemplares: por otro, finas viñetas literarias o sentidos obituarios que sugieren rutas de lecturas y comparten la delectación con una obra o la amistad con un autor y, finalmente, vistazos a las más diversas manifestaciones del arte y el espectáculo que amplían el registro de la cultura y muestran la apertura intelectual y vital de este enclaustrado.[Armando González Torres]