Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Los tseltales viven en la línea de lo antiguo y lo moderno, de la tierra mojada y el cemento, entre el arraigo a lo tradicional y la apertura automática a lo que viene desde afuera. Los descendientes directos de los antiguos mayas se van de mojados a Chicago y usan botas vaqueras mientras sus mujeres amarran el telar a su cintura y mantienen el fuego ardiendo dentro de la casa.
Que, como ellas, este libro guarde también ese fuego y que siempre vengan otros a encender nuevas hogueras.
-Ilán Rabchinskey
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