Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Si todas las mujeres amadas y deseadas con intensidad pueden llamarse Helena, entonces el Golfo de México bien puede ser el Mar Egeo. Así lo concibe José Luis Rivas en Un navío un amor, un libro a voces que desde los propios, ubérrimos recursos estilísticos-- de la madeja de aquella épica fundacional.Osada empresa: tomar los ingredientes clásicos de Homero, agregar otros, mezclar y ofrecer una nueva y paladeable sazón. Pero un poeta del temple de Rivas, que desde Tierra nativa (1982), su primer libro, ha triunfado en la creación (refundación) de la obra que el lector tiene en sus manos.Fuerzas deseantes que se atraen en un escenario lírico y prosaico, clásico y contemporáneo, protagonizan la sosegada aventura de este nuevo libro de José Luis Rivas, un libro que se dora bajo el mismo sol de sus ancestros.