Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
El Buscón ha sido visto como un libro aparte en la obra de Quevedo como un miembro de otra familia, la de Lazarillo de Tormes (1554, aunque escrita veinticinco años antes) y Guzmán de Alfarache (1599), sus antecesores. Una vertiente narrativa, la novela picaresca, fundada en la identidad de caracteres, asuntos y filosofía, más aún que en la afinidad de formas. Así se ha querido subrayar, en la historia de Quevedo, los orígenes de Pablos; la subordinación a la que lo entrega la penuria; la sucesión de las aventuras, los personajes y los lugares; la miseria que encuentra en todos lados; la comicidad y la ironía; la amargura y los desengaños; el ingenio en lucha con la moral, nunca vencido por la moral, que distingue a la "vida buscona", a la "profesión de la vida barata". " La mejor vida que hallo haber pasado", llamará Pablos a sus trapacerías en Alcalá de Henares.