Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Esta obra es un intento por comprender las relaciones entre poéticas y políticas (performances y poderes, memorias e historias, estéticas y estructuras) que caracterizan el discurso histórico y el performance conmemorativo en la región de Teloloapan, Guerrero. En este juego de símbolos, prácticas y poder, tres figuras emergen, a veces disfrazadas, el diablo, el insurgente y el indio. El paisaje histórico guerrerense, donde las relaciones entre la historiografía nacionalista y las identidades locales se forjan y reforjan a través de prácticas performativas específicas, está poblado por estos personajes.
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Dimensión Antropológica, Año 21, Vol. 61, Mayo Agosto 2014