Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Esta novela familiariza a los lectores en las costumbres, los sentimientos y el espíritu de los primeros siglos del cristianismo. Se trata de una novela histórico-biográfica en cuanto que la vida de Fabiola y su aventura espiritual, que radica en su conversión al cristianismo, se mezcla o se enmarca en el contexto histórico de la vida de los cristianos de Roma perseguidos por su fe. De aquel mundo romano en el que coexisten, confrontándose a cada paso, el pagano y el cristiano, surge la figura de esta joven que abandona sus viejas mitologías para abrazar la cruz. Ella simboliza a todo el imperio que, desde la ignorancia o desde el odio por el cristianismo, acaba rindiéndose a una doctrina y a una vida que compromete, si es preciso, hasta el martirio. Fabiola se lee desde hace un siglo por su valor histórico, la acción cautivadora, al diálogo natural, los sentimientos humanos, generosos y nobles, con que se ha granjeado el triunfo popular.