El autor sostiene que la economÃa y la literatura tienen puntos de contacto y para demostrarlo aborda los siguientes temas: el origen histórico de la filosofÃa y del dinero acuñado, asà como la postulación bivalente que afirma que las palabras señalan cosas concretas y que el dinero implica la posibilidad de obtener bienes si aceptamos que la literatura es valorable.
Al raspar el bronce de las estatuas de los grandes protagonistas de la historia, uno puede hallar sorpresas. Es el caso de este hombre de Estado, aventurero idealista, periodista, malévolo creador de canciones satíricas, amiguísimo de sus amigos, sufridísimo ministro de Hacienda, el poeta más popular del siglo XIX que terminó sus días como el mismísimo abuelito de la patria.