Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
En 1961 Bob Dylan llega a Nueva York y se instala en Greenwich Village el barrio que albergaba toda la efervescencia contracultural de la Gran Manzana dispuesto a encontrarse con Woody Guthrie, que por aquel entonces era el cantautor al que intentaba emular. El joven Dylan se busca la vida tocando en distintos locales mientras vive una gran historia de amor y se desarrolla como autor. Esa entrada en el mundo de la música profesional, que culminará en 1962 con su primer contrato discográfico, es el trasfondo de Crónicas I, un libro que recoge impresiones, vivencias y reflexiones, que presenta al primer Bob Dylan como un creador animado por una inquietud infinita. Si conocíamos la calidad de Dylan como poeta, Crónicas I nos descubre a un narrador extraordinario, capaz de alternar el recuerdo, lo elegíaco y las observaciones más mordaces e incisivas. No es un texto biográfico al uso, es una mirada absolutamente personal con respecto a la existencia, a su recorrido y a las sorpresas que nos reserva. Más allá de su conexión con Dylan, Crónicas I es un libro extraordinario, que se anticipa a la literatura que llegará años después y que retrata como pocos el ambiente del Nueva York de los años 60 del siglo xx.