Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
He aquí un libro viaje, al pie de la letra, viaje en busca de alumbrar fragmento(s) subjetivo(s) del agua y de la tierra, las estelas de otros viajes, sus islas encantadas. Viaje con carta de navegación, pero sin plan prefijado, que acepta que todo viaje está por hacerse, que es en esencia inacabado, porque no hay otro modo de existencia posible para el viajero. ¿Cómo se lee este libro? Y más allá de este libro, ¿cómo se lee? Es una experimentación del fragmento, donde no nos aferramos a que Uno es el autor, Otro es el que lee, Otra es la obra, sino donde más bien sentimos (tal vez por efecto del medio líquido) que todo se mezcla. Se agencia, dirá Stéphane Nadaud, él que (no) quiere ser capitán de este barco. Así, el fragmento nunca será fragmento de un todo, no será un pedazo de algo, o un individuo que se presenta ante otro, sino que se definirá en la inmanencia de su propia fluidez autoconstitutiva y transindividual, montaje procesual, modulación.