Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Nazul Aramayo (Torreón, Coahuila, 1985). Autor de la novela Eros díler (Jus, 2012). Ha sido becario del PECDA de Coahuila y del FONCA en el área de Jóvenes Creadores. Ganador del XXIX Concurso Literario Nacional Magdalena Mondragón, en el género de cuento. Ha publicado reseñas, cuentos y crónicas en diversos medios como Revista Replicante, Suplementodelibros, Revista de Coahuila y Vanguardia.
Las seis narraciones reunidas en este volúmen están conectadas entre sí y retratan con precisión un mundo descarnado. Sus protagonistas deambulan entre la incertidumbre y encuentran unas pocas vías de escape fumando piedra, recorriendo bares y cantinas, acentuando las posibilidades del sexo. Las historias suceden en un entorno familiar definido por la doble moral, las mentiras y las pretensiones ridículas, así como en una ciudad del norte que sólo les ofrece un destino marcado por el desempleo, algunos placeres efímeros y la cercanía de otros seres que experimentan sus propios hundimientos.
La Monalilia y sus estrellas colombianas golpea al lector con su lenguaje que resiste las vaguedades literarias y, en cambio, retrata la crudeza de lo real y la fuerza de lo inmediato. Con sorna, virulencia y dosis precisas de humor, Nazul Aramayo se muestra como un cuentista que sabe capturar el vértigo del mundo cotidiano.