En 1797 aaprecio en Holanda La nueva Justine o las desgracias de la virtud, seguida de la historia de Juliette, su hermana, Escrita por Donatien Alphonse Frocoise de Sade, esta monumental obra horrorizo al mundo como ninguna otra historia de la literatrura.
¿Qué significa leer como un autor de ficciones?, se pregunta Geney Beltrán. Para él significa leer desde el aprendizaje de una maestría creativa, ambicionando un parentesco o una herencia; lee y comenta la ficción ajena con los atributos integrales con que busca escribir la propia. Arma así un itinerario por 25 voces muy distintas de la narrativa mexicana del siglo XX. Autores heterodoxos como Efrén Hernández, Francisco Tario, Esther Seligson y José de la Colina conviven en estas páginas con prosistas de vocación clásica como Inés Arredondo, Elena Poniatowska, Eraclio Zepeda o Fabio Morábito. Sin embargo, un mismo hilo entrelaza sus historias. De todos los variados rostros que ofrece un país como México, se asoma con frecuencia en la obra de estos cuentistas mexicanos, de Nellie Campobello a Eduardo Antonio Parra, aquél que emplaza en el ánimo de sus habitantes una mirada de pérdida y desaliento.