Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
El cuento es ese lugar donde se vuelven posibles los deseos misteriosos y sensuales de un escritor. En esta antología personal, Mónica Lavín hace un inventario de todas esas historias que nacieron a la par de una novela, en medio de una conversación, con la intención de suspender por un instante la vida para acercarse mejor y observar con cuidado a esos seres que tienen el corazón roto o llevan su soledad a cuestas. El día a día se vuelve tedioso, pero al mismo tiempo posee una cálida extrañeza que se torna familiar para el lector de estos relatos, tan llenos de emociones que se leen casi a escondidas de uno mismo para revelar con sigilo los deseos del corazón humano. El cuento debe punzar, debe tener esa malicia de ojo morado, ese ha sido el impulso que ha motivado a Mónica Lavín a revelar una de sus facetas más enigmáticas, aquella que no teme al afecto y al poder de las palabras.
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