Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Es indudable que la novela policiaca le ha dado un vuelco fundamental a la narrativa literaria y cinematográfica de nuestro tiempo. Asimismo, el tratamiento de sus temas y sus búsquedas han influido mucho en la manera de ver y de contar historias. De ahí la importancia de conocer mejor un género poco valorado en la literatura mexicana, y en el que han incursionado escritores nacionales y extranjeros otorgándole una calidad artísticas nada desdeñables.Muertos de papel. Un paseo por la narrativa policial mexicana, de Vicente Francisco Torres, nos ofrece una visión completa, interesante y documentada de lo publicado en nuestro país y de la influencia que en nuestra literatura, y en general en la de toda Latinoamérica, ha tenido la llamada novela negra. El autor no solamente ha realizado un recuento cuidadoso del tema; también analiza novelas notables como El complot mongol y Ensayo de un crimen; nos permite conocer a otros excelentes escritores de novela policiaca, como María Elvira Bermúdez, y apreciar aún más la obra de Vicente Leñero, Jorge Ibargüengoitia y Paco Ignacio Taibo II, entre otros cultivadores del género.