Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
José María Teclo Morelos Pérez y Pavón (¡uuuf!, qué largo, ¿no?), pacífico párroco de Curácuaro-un pueblo de Michoacán-, no había imaginado que ese 19 de octubre de 1810 volvería a encontrarse con aquel cura que había sido su maestro en un colegio llamado San Nicolás; ahora no platicarían de filosofía sino de la estrategia para lograr la independencia de México. Claro, el del nombresote es el famoso revolucionario del paliacate en la cabeza y el otro era el mismísimo Miguel Hidalgo y costilla. Morelos lo hacía porque desde niño padeció las injusticias de los españoles, lo cual nunca olvidó, ni siquiera en el momento en que lo iban a fusilar, como aquí él mismo nos cuenta.