Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
En este libro, que Jorge Semprún entendía como el inicio de un ciclo autobiográfico definitivo y sistemático, el autor va en busca de aquel joven de veinte años, estudiante de filosofía, hijo de una
importante familia desgarrada por la guerra civil española que, en 1943, es detenido por la Gestapo y torturado como miembro de la Resistencia francesa a la ocupación nazi. Con un pudor extremo, pero con una gélida precisión, Semprún desgrana por primera vez en estas páginas el catálogo de horrores a los que él, como tantos otros héroes anónimos, fue sometido antes de acabar deportado en el campo de concentración de Buchenwald. Más importante aún, sin embargo, es la emocionante
reflexión sobre la importancia de la fraternidad y el valor de la solidaridad frente a la injusticia y la tiranía que este autor, superviviente de tantos estragos, despliega en estos magistrales.