Desde la muerte de Edipo, oriento mis ojos y mis pensamientos hacia el mar y me refugio siempre en su cercania. A la sombra de una roca, escucho el rumor del puerto y de los hombres y los gritos de las aves marinas.Recuerdo el dia en que Yocasta me dijo Nunca olvides, Antigona, que tu padre es ante todo un hombre de mar