Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Otoño de 2009. Una estudiante alemana le comunica a Bruno Latour su desconsuelo por los conflictos que arrecian antes de la cumbre climática en Copenhague. Él aprovecha la oportunidad para mencionarle la existencia de una disciplina que avanza sobre los lazos multiformes entre ciencia, política y naturaleza. Por diferentes razones, la estudiante no puede seguir el curso que el profesor le propone y este se ve obligado a resumírselo en seis cartas. Pendiente de su actualidad, que consigna en una bitácora, la estudiante descubre poco a poco cómo posicionarse en el contexto de los desarreglos causados por el propio desarrollo de la ciencia y la técnica. De Arquímedes a Avatar, este libro propone al lector una asombrosa cabalgata por el extraño dominio de las humanidades científicas. Si la naturaleza ha ingresado en las problemáticas políticas, es necesario que la ciencia y la técnica formen parte de lo que en otro tiempo se llamó las humanidades. Bruno Latour explica, en Cogitamus, por qué resulta imposible reflexionar sobre las crisis ecológicas sin entender el carácter colectivo y concreto del acto de pensar y de demostrar. De donde el pasaje del cogito (el yo pienso tan querido a Descartes) al cogitamus (pensamos), porque es gracias a que somos muchos, que contamos con una organización, con instituciones, con instrumentos, que podemos acceder a la verdad .Escrito con un estilo ágil, verdadero alegato en favor de la cultura científica, esta obra ofrece la mejor introducción posible para el gran público a las investigaciones de un autor traducido, estudiado y comentado en todo el mundo.