A finales del siglo XX, el estado mexicano de Baja California Sur se integró a la economía global mediante actividades como la industria hortícola y frutícola de exportación, y el turismo internacional. Inmigrantes de diversas regiones del país y diferentes grupos étnicos llegan a ciudades turísticas de élite, como Los Cabos, lo mismo que a las zonas agrícolas de los municipios de Comondú y Mulegé, en busca de empleo temporal o de un nuevo nivel de vida tras las crisis recurrentes en el agro mexicano y las ciudades marcadas por el desempleo, la marginación y la violencia del crimen organizado.
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