Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Los trabajos arqueológicos en el Recinto Sagrado de México Tenochtitlan han permitido recuperar una gran cantidad de objetos lapidarios depositados en más de dos centenares de ofrendas, la mayoría exhumadas a partir de 1978 con el Proyecto Templo Mayor. En el caso de la lapidaria es posible apreciar una gran diversidad de orígenes geográficos y culturales, incluso más allá de los confines imperiales; así como piezas de la mayoría de los principales estilos mesoamericanos, los cuales fueron depositados como reliquias o bienes preciosos por su carácter exótico, escaso, lejano o antiguo.