La muerte prematura de Manuel de Jesús González Serrano, a los cuarenta y tres años de edad, cerró un capítulo singular del arte mexicano. En su muerte influyó no sólo su precaria salud, sino el hecho de no haber sido valorado como el gran artista que fue ni por el público de arte ni por el medio cultural. Pintor innovador, hombre torturado por su inmensa capacidad creadora, artista que nos legó obras de singular belleza y fuerza expresiva, hoy sus obras sin apreciadas tanto por críticos y coleccionistas como por el público general, y constantemente participan en exposiciones colectivas a pesar de que han tardado en recibir el reconocimiento que merece. Su visión antropológicamente del arte fue hasta cierto punto pesimista pero también innovadora, en el sentido de plasmar por medio de su pintura el retrato psicológico del hombre contemporáneo.