Oliver Sacks vuelve a hacer gala de su singular talento como narrador, su sentido del humor y su inmensa cultura para plantear cuestiones que ponen en entredicho nuestra percepción del mundo y, muchas veces, nuestra propia identidad. Desde las visiones religiosas y su explicación fisiológica hasta el uso de drogas psicodélicas como puerta a una percepción interior que los sentidos nos niegan, los relatos del doctor Sacks van más allá del mero historial médico y constituyen una auténtica historia cultural de la percepción, un estudio antropológico de una supuesta anormalidad que no es, en el fondo, más que el reverso de lo que normalmente conocemos como realidad. «Fascinante. La comprensión del doctor Sacks hacia sus pacientes y su perspectiva filosófica transforman simples casos clínicos en relatos que iluminan las complejidades del cerebro humano y los misterios de la mente humana» (Michiko Kakutani, New York Times).
Teatro Penitenciario es un programa de estímulo a la creación teatral de la Secretaría de Seguridad Pública y el Instituto Nacional de Bellas Artes dirigido a la población penitenciaria de todo el país. A lo largo de dos décadas los internos han producido cientos de textos dramáticos resultado de un esfuerzo serio de aproximación al teatro y su escritura. Este volumen reúne las obras premiadas en las convocatorias de los años 2007, 2008 y 2009. Nueve trabajos que ponen al descubierto el sentido del drama y son ejemplos de voluntad que busca, a través de la experiencia creativa, la reconstrucción personal.El lector de esta colección encontrará un cúmulo de obras que, desde la diversidad, dan cuenta de una textura valiosa en los relatos. Se se les mira atentamente, se puede encontrar una muestra inquietante de la configuración espiritual de los ciudadanos de hoy: desde su relación con el lenguaje, pasando por la pátina moral de los modelos aspiracionales, de la fe como el escaño de la resignación o la balsa de la expiación posible, hasta la postura frente a un aparato de estado simulador y catastrófico.El teatro confronta nuestra conciencia y cuestiona la libertad de nuestros actos. Tal vez por eso, el oficio del teatro en los centros penitenciarios se ha vuelto indispensable para quienes lo ejercen como forma de vida y modo de expresión. Los internos han encontrado un desafío para crecer por medio del arte, una vía de reflexión personal y colectiva que alcanza en el drama su sentido.