En las primeras páginas, Rojo declara que su expresión más cotidiana, y acaso más natural, es la imagen antes que las letras. A pesar de ello, los cuadros que pinta cuentan algo, su narrativa es visual, es pues, un escritor de imágenes. La crítica de su tiempo llamó “generación de la ruptura” a la conformada por él, Alberto Gironella, Mathias Goeritz, Fernando García Ponce, Rufino Tamayo, Gunther Gerzso y otros. Para el nacionalizado mexicano, tal calificativo es algo erróneo, él prefiere referirse a su época como “generación de la apertura”, se define a sí mismo como un “artista mexicano por vocación y por voluntad”.