Absurdos políticos, injusticias grotescas, leyes que se toman en serio: el mundo es siempre una caricatura en potencia, una versión desbibujada de lo que podría ser. Con una técnica impecable, Dario Castillejos logra sintetizar estos excesos, y darles forma y color, plasmar su sinsentido y desquiciamiento en consisas impresiones.