Marc Slonim proporciona una admiorable introducción pqara los que se inician por los caminos de la novela, el cuento, el teato y la poesÃa rusos y un recordatorio vivificante para los viejos entusiastas de la gran riqueza de esta literatura y de sus más altos representantes.
El cartógrafo es una voz que dibuja mapas vivientes. Las escalas de estas geografías son determinadas por la posición que los personajes adoptan frente al espejo. Aun el narrador corre el riesgo de caer en su propia trampa: ser a su vez sólo creatura de otro creador en otras coordenadas, en otro nivel, en otra lectura del juego. De esta forma surgen lugares como Xihualpa y seres que habitan paradójicos universos paralelos donde cada quien trama su propio laberinto para perderse o buscarse en él. El laberinto es el sitio donde la necesidad de traspasar el enigma de la imagen es una cacería. En él, nadie está a salvo del dragón que se alimenta de los seres que caen en los espejos.