Elemento indispensable en la formación de toda persona culta sigue siendo hoy el conocimiento de las letras clásicas. El autor traza aquà un panorama de la literatura latina sin omitir nada esencial y dando una clara idea de las figuras y corrientes.
S E L L O B E R M E J O
A Sergio Fernández (ciudad de México, 1926), según él mismo confiesa, cada vez se le dan mejor los desfiguros pues, como al Rey Midas, lo que toca de inmediato se le desfigura, por obra y gracia del corazón. En 1983, esa iluminadora facultad de tornar en oro literario sucesos comunes y cotidianos le llevó a publicar la primera versión de Los desfiguros de mi corazón, anecdotario que hoy reedita el Conaculta en su serie Sello Bermejo enriquecido con una addenda y dos nuevos desfiguros.
Sobre esta modalidad textual que de su pluma brota con proverbial esparcimiento, el mismo Fernández definía en su prólogo a la anterior edición: "Las anécdotas son una línea de conducta que hacen de sí lo que desean: incluyen el lirismo, el drama, una tragedia ocasional, la ínfima epopeya que ya jamás se alcanza. Con ellas revivo un destino, lo que significa destejerlo para recrearlo, Penélope yo mismo a pesar de piccola historia".
Además de su amplia obra ensayística, Sergio Fernández ha publicado las novelas Los signos perdidos (1958), En tela de juicio (1964), Los peces (1968), Segundo sueño (1976) y Olvídame. Novelas de amor para la monja portuguesa (1995), así como esa obra dionisíaca y sin deslindes que es Miradas subversivas (Conaculta, El Guardagujas, 1997).