Este homenaje a Eulalio González Piporro, chula nostalgia, recuerdo y memoria histórica cultural, encarna, al ser inventado, un reconocimiento de la herencia de los que habitamos México: con la embestida siempre dispuesta, con un reírnos de nosotros mismos, con el doble filo en el talante y la voz, con la nueva forma en que reconocemos todo esto de atrás y desde aquí para hacerlo nuestro. Y lo hacemos desde la voz de escritores, pero también de los ilustradores, de los historiadores, de los cineastas, de los amigos; voces de más y menos años, ojos de brillos muy brillantes: a todos ellos hemos invitado a trazar, desde su particular lenguaje, al Piporro de su cosmos, orquestando así una cadena de pensamientos: no poner en papel, sino inventar universos para hacer sonar entre todas sus voces un coro que reescribe esta historia cantando ¡Ajúa!