Elemento indispensable en la formación de toda persona culta sigue siendo hoy el conocimiento de las letras clásicas. El autor traza aquà un panorama de la literatura latina sin omitir nada esencial y dando una clara idea de las figuras y corrientes.
Abarcar el país desde lo horizontal'geográficamente" y lo vertical "del penthouse al sótano del edificio social" no sólo es un intento de elaborar una nueva versión del nutrido y diverso mosaico que este país es a través de la mirada y el entendimiento de sus adolescentes. También es el esfuerzo por hacer justamente lo contrario: mezclar los colores para abatir dichas divisiones y coordenadas; poner en un mismo lugar a personas cuya circunstancia "geográfica, social, cultural y económica" muy posiblemente nunca va a unir, aunque habiten el mismo país. Si bien hay varias maneras de clasificar, dividir y ordenar a las personas, en particular a los adolescentes "todas injustas, todas reductivas", detrás de todo estereotipo siempre habito un individuo irrepetible que lo trasciende.
Horizontales y verticales puede verse de muchas formas, por supuesto, pero por lo ambicioso del proyecto (los chicos retratados van desde Chetumal hasta Los Cabos) y la calidad con la que se concreta, es posible decir que este libro permite que los mexicanos del mañana se conozca. Que se miren y los miremos a los ojos. Que tratemos de descifrar sus sonrisas. Que los conozcamos y, por ende, que también nos conozcamos a nosotros mismos para iniciar de una vez el camino hacia el alivio. DIEGO ENRIQUE OSORNO
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