En Una vida, Álvarez regresa una y otra vez a un planteamiento que permanece, a sus 86 años, como una pregunta inquietante, como una sombra que permea y tiñe la revisión que emprende de su infancia y juventud: ¿qué habría pasado si aquello jamás hubiera sucedido? Claro está, el hecho definitorio y definitivo es el exilio; y además, por supuesto, la Guerra Civil y la llegada del autoritarismo franquista. Álvarez sabe que "la historia nos ha vivido". Al comienzo de sus memorias, el autor considera que el fin de su vida se acerca y compara su situación actual -el paso del tiempo, la muerte cada vez más cercana- con la del hombre instalado frente al pelotón de fusilamiento.