El título trata de un escritor y un personaje, una ilusión colectiva y un individuo solitario. Fernando de León transcribe la vida de Serón, un juego en el que creador y creatura se confunden, entremezclándose de tal modo que la creatura es creadora y el creador creatura. La narración cuenta con metanarraciones que se funden en una misma voz. Una voz que narra desde anécdotas entre Serón y Rulfo hasta tratar sobre teoría literaria. La línea divisoria entre la realidad y la imaginación es inexistente; el lector sabe que la realidad no es coincidencia y que lo imaginado tiene un antecedente vivencial. Oser Serón es un personaje vivo que se lamenta, escribe, piensa y siente, a la manera de los personajes rulfianos. La genialidad y el cinismo hacen de Serón un personaje sombrío, que sabe bien lo que quiere, que mira que el cenicero lleno de colillas tiene mayor contenido metafísico que sus disertaciones, al modo de Pessoa y su tabaquería. Oser Serón es un libro y un personaje, es la referencia de la referencia; no es la historia de un escritor, como hay muchas, sino el libro y el escritor para otros escritores. Es escritura y personaje inolvidable.